2º Encuentro Quorum Osa Mayor
Una vez abierto el proceso iniciático hacia la Libre Comunicación Cósmica, vamos a adentrarnos en cada uno de los Universos en los que vive, se manifiesta y expresa el LOGOS SOLAR ÉL/ELLA.
En este 2º Encuentro,
vamos a poder conectarnos con los Orígenes de la Experiencia Humana, cuando
todo era todavía un Campo de Fuego y la Conciencia, no disponía del vehículo
denso del Cuerpo Físico. Nos referimos a la 1ª Raza Raíz, la que se denomina
Raza Etérica. El Rishi de esta Raza fue Ranut – el 1r Hombre Celestial y la
consecución de la Experiencia de este Universo, es decir, la riqueza o el
tesoro que se alcanza, es Gaiatra.
La inmensa Entrega de Él a
Ella y de Ella a Él, culmina en el Espíritu de Paz que ambos generan en su
absoluta Unicidad. La Devoción a lo opuesto, la Admiración, la Aceptación y la
Entrega, tiene su culmen en la PASIÓN que sostienen ambos. Son el máximo
exponente de Amor-Sabiduría alcanzado a través de la riqueza de la experiencia
que como individuos opuestos, son capaces de dimanar.
Comenzamos…
Concentrados y en
silencio, nos conectamos con la Multidimensionalidad del Ser. Sentimos como
cada fase, cada plano, cada ritmo y cada átomo, se convierten en una Unidad
indisoluble. El Corazón del Planeta y el nuestro, sostienen ahora y para
siempre, idéntico ritmo. Así mismo y muy lentamente, nos integramos en el ritmo
cósmico.
(pausa)
De repente un extenso
Campo de Fuego se abre ante nosotros. Las llamas surcan todo a nuestro
alrededor. Advertimos que estamos rodeados de un interminable Océano de Fuego.
Numerosas oleadas de llamas se acercan a nosotros. Es como si estuviésemos en
el Sol. Podemos sentir el calor y observar con detenimiento, la visceralidad
que se desprende de ese lugar en el que nos encontramos, como observadores,
pero al mismo tiempo, tomando Consciencia de que ahí se trazaron los inicios de
la Vida como Entidad.
El aire es inapreciable,
lo mismo que el agua y la tierra. La atmósfera que nos envuelve, es tan
sumamente densa, que la percibimos, asfixiante. Mientras respiramos con
tranquilidad advertimos que las elevadas temperaturas del lugar no pueden
dañarnos, pues nos encontramos manifestando la Conciencia.
Nos quedamos observando y
sintiendo este lugar, integrándonos en él.
(pausa)
Conforme focalizamos más
nuestra atención en descubrir este lugar, percibimos una presencia. Se trata de
una silueta. Parece difuminarse entre las llamas, pero, poco a poco se va
definiendo, como si nosotros, al ser capaces de percibirla, le diéramos
consistencia.
La silueta, cada vez está
más presente. Ahora ya tiene forma. Se trata de una desdibujada silueta humana.
Tiene intención de avanzar a través del Océano de Fuego que se abre ante sí.
Está decidida a lograrlo.
Sabe que el camino será
difícil y que durante el trayecto, va a experimentar situaciones que jamás
antes ha vivido.
Parece que al comenzar a
caminar, el Fuego baja en intensidad y comienza a mezclarse con un suelo de
arena.
Todo es árido. El fuego y
el desierto lo invaden todo. No hay más que arena y Fuego.
Sentimos que deseamos
continuar hacia delante. El esfuerzo es vital. Conforme nos inundamos de
intención, aparece en nosotros una mayor voluntad, para continuar.
Sin desestimar un ápice
esa fuerza de voluntad, nos arraigamos a ella y nos adentramos en el Gran Desierto
de Fuego.
(pausa)
Arrollados y envueltos de
Fuego, sentimos como el escenario cambia. Estamos en las entrañas de un espeso
Bosque. Podemos sentir la Tierra, pero todavía no podemos tocarla. Vamos
tomando forma paulatinamente. Pero ahora es el momento de inmiscuirnos en este
nuevo escenario y comenzar a conocer de lo que somos capaces. Se trata de una
profunda conexión con el mundo que nos rodea y con nosotros mismos como
individuos.
Mientras caminamos por el
Bosque, comenzamos a escuchar extraños sonidos, parecen aullidos, gemidos,
lamentos. No tenemos idea de qué se trata. La curiosidad nos hace que
investiguemos, pero el miedo nos hace que seamos precavidos.
Casi sin darnos cuenta,
algo nos acecha que nos está asustando. Sentimos amenazada nuestra integridad,
el instinto de supervivencia se desata. Plantamos batalla ante el intruso, pese
a estar muertos de miedo. Luchamos, recurrimos a todas nuestras armas para
derrotarlo. Nos hiere, nos duele, pero al final conseguimos matarlo. Nos
sentimos victoriosos. Este sentimiento nos hace creernos más poderosos ante el
Océano de Fuego. Sabemos que durante el Camino la lucha va a ser un recurso
para salir airoso de la experiencia.
(pausa)
El Tiempo pasa muy rápido.
El Bosque parece no tener fin. Estamos acostumbrándonos a luchar contra todo
aquello que desconocemos. Nos sentimos agotados. Tanto, que incluso deseamos
ser devorados, para no tener que continuar luchando.
Tras este sentimiento,
algo de nuevo vuelve a acecharnos. Un nuevo intruso. Una nueva lucha. Podríamos
salir huyendo para no tener que luchar o bien podemos enfrentarnos sin
necesidad de más batalla. Es la primera vez que nos percatamos que podemos
dejar de luchar si modificamos nuestra forma de actuar. Decidimos enfrentarnos de
una vez por todas a aquello que nos está causando tal nivel de desesperación y
tal y como tomamos esta decisión, la sensación de que un intruso intentaba
devorarnos, desaparece.
Por vez primera tomamos
consciencia de la naturaleza de nuestra mente. Intenta engañarnos si se lo
permitimos. También, tomamos consciencia de que hay algo más, además de nuestra
mente, que nos hace dar un viro a nuestra experiencia. Ha sido muy intenso ese
sentimiento, nunca antes lo habíamos percibido. Es como si le hubiéramos dejado
un hueco para expresarse, entre tanta intención de lucha.
Tomamos asiento bajo la
sombra de un árbol desconocido. Todo está oscuro. Nuestro subconsciente nos continúa
traicionando, intentando infringirnos miedo. Pero sin esperarlo, de nuevo esa
sensación de tranquilidad, algo que nunca antes habíamos sido capaces de
sentir. Nos preguntamos, a qué se debe ese sentimiento.
Entonces, la Vida parece
respondernos de una manera. Un espectacular trueno azota el Cielo y tras el
estallido, comienza a llover con intensidad en el Bosque. Respiramos el olor de
la Tierra húmeda. Nos sentimos eufóricos. No para de llover, pero contra más
llueve más podemos percibir ese sentimiento que ha aparecido en nuestro fuero.
Es como si los temores se
hubieran esfumado. Sentimos ganas de bailar bajo el Agua. Nos dejamos impregnar
por cada gota de Agua que se derrama del Cielo. Es como si por primera vez, nos
diéramos cuenta de que existe el Cielo. Antes de esto, sólo estábamos
conectados al miedo, a la guerra y a los deseos de victoria.
Comenzamos a recordar que
durante el camino, hemos derrotado a numerosos enemigos. Muchos han muerto en
nuestras manos, para que nosotros siguiésemos vivos. Un sentimiento atroz, nos
azota. Es el sentimiento de la culpa por tanta tragedia absurda.
Gritamos alto y fuerte con
toda la intención:
-
Que acabe ya la lucha.
La lluvia ha cesado.
Continuamos caminando. Estamos empapados de Agua. Nos sentimos aliviados. Es
como si los monstruos, los invasores, las alimañas hubieran muerto
definitivamente.
Reiniciamos el camino de
nuevo. Esta vez muy diferentes, tanto que hasta el Bosque ha cambiado. Ya no
está a oscuras, ni se escucha nada que haga presagiar que tenemos que volver a
la lucha. Pero el sentimiento de lucha continuando desolándonos. Sentimos que
es nuestra obligación dar equilibrio a este sentimiento. Hemos ganado muchas
batallas, pero por ello perdimos algo muy Sagrado. La Conciencia. Es el momento
de mostrar lo que hemos aprendido. De garantizarnos a nosotros mismos que hemos
aprendido de la experiencia. Numerosas vidas, aún se abren ante nosotros para
reparar los daños causados. Pese a ello, nos sentimos orgullosos de poderle
regalar al Universo, nuestra propia experiencia. Sentimos al Cielo y sabemos
que el Cielo nos está conduciendo.
Lentamente los sentimientos
de culpa se van difuminando entre las vidas que vamos en conciencia superando.
Esta que presenciamos, es una Vida definitiva en esta experiencia. Lo sabemos.
Algo nos dice que estamos alcanzando el objetivo. Regresamos al Bosque. Comenzamos
a escuchar el sonido de los pájaros, el revoloteo de insectos, el zigzaguear de
reptiles, y el ruido de otros muchos animales que nunca antes habíamos
percibido, mientras nos sentíamos acosados por los monstruos. Sentimos que el
Bosque es maravilloso.
Por vez primera, cuando
cogemos aire, sentimos los aromas de las plantas y flores. Al levantar la
mirada al frente, vemos una Cabaña. Llevamos eones atravesando ese Bosque y
jamás antes habíamos dado con ella. Nos decidimos a entrar. La puerta está
entreabierta. Aún así, solicitamos permiso. Sabemos muy bien que no nos agrada
ser invadidos. Allí debe vivir alguien.
Sentimos algo que nunca
antes habíamos sentido. Se percibe de nuevo el Fuego. Pero se trata de un Fuego
muy diferente y especial. Se trata de un Fuego de Hogar. Se trata de un Fuego
que se desprende de un Sol espectacular.
Una increíble Dama aparece.
Sin dudarlo, nos dirigimos a Ella. Sostiene en su Alma algo muy preciado. Nos
lo entrega. Se trata de la Bella Gaiatra, con una gran alegría nos dice:
-
La experiencia en este Universo se ha
concretado.
Sentimos nuestro Corazón
libre de luchas. Libre del instinto de supervivencia. Sabemos que la Vida va
mucho más allá de lo que siquiera podemos imaginar. La abrazamos con toda la
intensidad de nuestro Corazón. Ella nos acoge en su regazo, es el regazo de una
experiencia llena de Amor. Sus Ojos nos hablan de todo lo superado. Nos sonríe.
La besamos como si fuera nuestra Abuela y tras mostrarle todo nuestro Amor y
Devoción, dejamos La Cabaña.
Llevamos con nosotros el regalo
que Gaiatra nos ha entregado. El Bosque sigue inundado de un Sol espectacular.
Una imagen flasheada hace que el recuerdo se abra a la consciencia. Recordamos
a la perfección el inicio de esta experiencia. El de aquella silueta
desdibujada sin consistencia. Miramos de nuevo al Sol. Cuando lo hacemos, tenemos
muy claro que le conocemos y también que no somos los mismos que cuando
partimos. Le sonreímos. Y sin dudarlo, le entregamos aquello que Gaiatra nos
había dado. Se trata de nuestro akásico en este Universo. Tal y como lo entregamos,
una poderosa Luz Insondable nos invade. Acabamos de dar con Ranut.
-
Te estaba esperando – nos dice y es
entonces cuando nos entregamos a Él y sentimos su cálido y poderoso abrazo.
En ese instante un fuerte
rayo cósmico nos inunda, penetrando por la misma sede del Alma y provocando que
todo nuestro Ser Multidimensional se llene del DIVINO ESPÍRITU DE PAZ. El 1r
Rayo Cósmico forma parte de nuestro Ser.
(pausa)
Ahora la Pasión a la Vida
y a Dios es nuestra fuerza. Conectados con el Espíritu de Paz, somos capaces de
abrir nuevos caminos en toda nuestra dimensionalidad. La Vida se halla mucho
más allá de la limitación de nuestra mente. Mucho más allá del individuo y sus
particulares espejismos. Sentimos que hemos crecido y que es el momento de dar
con el Amor de nuestra Vida.
Él o Ella, nos está
esperando. Sentimos como la Pasión brota - invadiendo todos nuestros sentidos -
cuando encontramos a la Verdadera pareja. Sólo en este punto, puede comenzar
una Vida de Pasión y Entrega. El Amor al otro es una Realidad constatable. El
individuo se funde con el opuesto, mientras sigue siendo Uno y también un Todo
con el otro.
El Espíritu de Paz,
lidera. No hay fronteras que nos impidan descubrir una Vida nueva. La Voluntad
fluye a través de este Todo y desde esa Voluntad, descubrimos como la Obra de
la Creación nos impulsa, desde esta novedosa condición.
Hemos trascendido el 1r
Universo. La Raza Raíz Etérica, muere y finaliza en nosotros. Miramos al Cielo.
La Osa Mayor vibra con intensidad. La Estrella Alkaid comienza a vibrar con
incalculable intensidad. La 1ª Estrella se ha encendido. Podemos verla brillar.
Parece que ha crecido. La Entrega al otro es ahora una Realidad. El Fuego del
instinto se convierte en Fuego de Pasión.
Poco a poco, regresamos al
latido del Corazón del Planeta y de ahí a nuestro Corazón. Siendo Uno y Todo a
la vez, lo que palpita en nuestro interior.
Respiramos profundamente y
conectados con la música, lentamente vamos abriendo los ojos.