La Vida en el AHORA

LA VIDA EN EL AHORA
Liberado todo desequilibrio kármico, llegamos al siguiente proceso, ese en el que la Vida en el AHORA CUÁNTICO, va a ser nuestro exponencial lugar de expresión. Para ello, tendremos que ser conscientes de los procesos que como Alma, hemos vivido, mientras nos hemos gestado como tal. Es el Despertar del Navegante, la resonancia con la Consciencia Cósmica, creciendo a la par que el Cosmos se hace Consciente de sí mismo. Es el ser Conscientes del Misionero que se entrega al Espíritu y crece, siente y se expresa como perfecto reflejo del mismo.
La increíble Constelación de la Osa Mayor, nos va a hablar, a través de cada una de las Estrellas principales que forman el hermoso carro, en el que entre todos hemos evolucionado el Amor Verdadero.
Alkaid, Mizar, Alioth, Megrez, Phekda, Merak y Dubhe, son quienes al final nos van a desvelar el precioso Espíritu de la 8ª Divina La Estrella Polar, el Ser que tiene el más inmenso corazón, que como MADRE de Todos va a ser, junto con el PADRE, los precursores del siguiente Universo evolutivo, al que nos dirigimos. Buen viaje. Nos vemos Aquí y Ahora.

Meditación del Elohim Cósmico


10º Encuentro Quorum Osa Mayor


Caviló antes de decidir que ya había llegado el momento de tocar puerto. Su embarcación estaba muy atrotinada por tanta navegación y misión. Hacía un día claro y sabía que en aquel puerto, estaba el lugar en el que el Tiempo le diría que ya el pasado acabó.
Justo cuando eso ocurrió, en un Prado cercano, a pocos metros del puerto y de la embarcación, una Dama de larga cabellera, mecía en sus brazos una gran ilusión. Era el instante previo a dar con quién tanto esperó. Meció y meció… Meció el momento, meció el sueño y también al anhelo meció. Era tanta su intensidad y pasión por encontrar el instante en el que vibrar junto al Señor, que en su fuero interno jamás la llama se extinguió.
Lo presintió. Intuyó que el Caballero estaba a punto de llegar. Su Corazón dio un vuelco y al hacerlo, un pálpito incontrolable se desbordó por todo el Firmamento. Era el Anuncio de que el Tiempo se había agotado para aquel Caballero y que por supuesto, el Espacio había abierto sus brazos para acogerlo.
Alguien en voz baja Anunció:
-          Cuando el Señor del Tiempo penetre en el Espacio donde Ella lo acogerá, todo virará y sólo ese, será el momento en el que el Hijo se engendrará. El abrazo que de Ella recibirá, será la señal que el Universo necesitará para saber que el AHORA, será el único Espacio y lugar por el que transitar. La Luz ya jamás se apagará y aquello que reste en la oscuridad, será devuelto a su lugar, para que en otra oportunidad, al regresar a esa Tierra Sagrada que podrá de nuevo pisar, sepa elegir la Belleza que sólo Dios puede proporcionar.
Si estáis atentos, en breve podréis ser testigos y ver nacer a ese Hijo, el que devolverá a sus Padres la Verdad de aquello que han sido, para que a partir de ese instante la puedan gozar.
Un tercero, tuvo tal alto grado de claridad, que pudo ver plasmado en un lugar etéreo, el sueño que la Dama mecía entre sus brazos.
-          Se trata de un niño – dijo - de un precioso Hijo que sonríe para que a su Madre se le alegre el Corazón y a su Padre se le precipite todo su Fuego de Creación.
-          Es precioso!!! Yo también puedo verlo – dijo otro - puedo asegurar que dentro de muy poco, la Dama vivirá su sueño. Es el momento de ello.
-          Ssshhh, silencio, mirad que está ocurriendo. Es mágico poder descubrir todo aquello que te devuelve la memoria acumulada a lo largo del Tiempo. Ssshhh, escuchad, estos son ellos, en su primer encuentro. El mismo día que comenzaron a Caminar. ¿Queréis saber qué ocurrió…? Estad atentos, va a comenzar el instante del encuentro. Por fin se van a juntar principio y final.
(pausa)
Una niebla baja, no me deja ver claro a más de diez pasos, de donde me encuentro agazapado. Estoy en absoluto silencio, acuclillado, expectante, con una lanza de árbol verde que el Gran Eronte talló para mí. Me la entregó justo el día en que cumplí 13 ciclos. Mi madre, Alure, lloró como una niña lloraría al saber que su hijo se acababa de convertir en hombre. Ese significado dejaba algo escrito para siempre. Si yo, Motowa Kala aceptaba el arma, a partir de aquel instante mi vida comenzaba a avanzar hacia la muerte. Ya no habría marcha atrás. En ese instante, quedaba marcado el descenso hacia el último de mis días en la Tierra.
Un venado astado acaba de pasar a menos de cinco cuartas. Apunto con la lanza. Mantengo la serenidad. Sólo soy capaz de escuchar el pálpito de mi acelerado Corazón y el de los pasos a trotes de la gacela, que busca retornar al grupo del que se ha alejado. De repente, un temor me invade. Pretendo ser cazador en esta Sabana, pero también lo son, leones, tigres y otras alimañas. Siento como un temblor incontrolado se apodera de mí. Mi piel se eriza, mis ojos se desorbitan, mi latido se acelera de tal modo, que siento que voy a desmayarme de un momento a otro.
(pausa)
Caigo tendido en el frio suelo. No soy capaz de recordar nada más.
(pausa)
Me despierto, no sé cuánto tiempo ha podido pasar, desde aquella escena en la que estaba a punto de capturar un venado para llevar comida a mi familia.
Estoy vivo. No he muerto. Sigo aquí. Pero ya no soy Motowa Kala. Ahora soy otro. No llevo armas. No siento miedo. No siento el acecho de la muerte avanzando hacia mí. Estoy en medio de un altozano enorme, vislumbrando la sede de mi existir. Es mágico el Horizonte, el que me trae recuerdos de aquello que fui. No detengo mi andadura, sólo la sublimo y la cotejo. Tengo muy claro cuál es mi postura, donde yace el sentido que a todo le otorga un prisma de infinitos colores, los mismos con los que pinté el cuadro de mi paso por la Tierra.
Alguien a mis espaldas, me insta a que continúe con los recuerdos de mis lejanas vidas. Sé que tiene razón. Que tengo que encontrar el modo de conjugar aquello que fui con lo que Hoy Soy. Es la clave para mi existir. Sonrío. Soy feliz. Siento que la Magia está irradiando en mí.
Alguien se preguntará porqué…
Es porque ahora, transformo a aquel que caminó sin Amor, en un cocreador que crea desde el mismo centro de su Gran Corazón.
Cierro los ojos de nuevo, quiero saber más sobre Motowa Kala.
(pausa)
De repente, alguien me sujeta por los hombros y arrastrándome me conduce a un lugar seguro. Siento el calor de su pecho contra mi cogote. Siento que es una mujer quien me socorre. Como puedo, abro los ojos. Veo su radiante sonrisa. Siento como algo se derrite en mi Ser. Estoy a salvo. Ni leones, ni tigre, ni alimañas que temer. Me acerca un cuenco a los labios. Bebo del Agua que me otorga. Es Agua limpia, cristalina, Agua que hace vibrar hasta el mismísimo Corazón. Un escalofrío me inunda. No sé qué puede ser esa sensación.
Le pregunto:
-          ¿Quién eres…?
-          Soy Nalé Kará, la única superviviente de la tribu, Washiba. Camino sola por estos lares. Te encontré desmayado a menos de cinco cuartas de un venado astado. ¿Eres cazador…? ¿Quién eres…?
Balbuceé, podía mentirle y decir que sí, pero no sería cierto. Nunca cacé. No me dio tiempo. Aquel día que la encontré, era el primero en alejarme del campamento. Esa era la prueba que tenía que superar, si quería aprender a sobrevivir y a ganarme los méritos de hombre protector de una familia, que como tribu vivíamos a expensas de aquello que los enarbolados como hombres, eran capaces de cazar, jugándose la vida en ello, para poder alimentar al grupo.
Podía decirle la verdad. Podía aclararle que era el primer día en querer demostrar mi valía y que había sido un cobarde muerto de miedo, que sin haber siquiera lanzado el arma ya me había desmayado.
También podía decirle que no la conocía y que por eso prefería no decir nada al respecto de mi vida.
Todas las respuestas me parecieron horrendas.
La chica, continuaba observándome con una sonrisa y una mirada tan intensa y rica que no pude evitar responder a esa energía.
Me incorporé. Tendido sobre esa desconocida me sentía muy extraño. Me sentía como si de un vuelco, me arrancaran la dirección de mi vida.
-          Dime… ¿quién eres…? – repitió.
Entonces supe que no se detendría, que nunca cejaría en obligarme a responder. Supe que Ella siempre querría que yo descubriera a ese que en su día cayó de bruces, sin siquiera poderse mover.
De repente, tuve la respuesta. Era la respuesta más verdadera que existía en mi Ser.
-          No tengo ni idea. No sé quién soy, ni tampoco quien puedo llegar a ser. No sé qué hago aquí, en esta Tierra que me obliga a vivir, para sentir que tengo que morir. No sé por qué, cada paso que doy siento que consumo un día más de estar aquí. Es como si el Tiempo, me obligara a algo que no soy capaz de permitir. La respuesta es NO SÉ QUIEN SOY.
Nalé Kará, me observaba sin decir nada, su mirada compasiva era lo único que me permitía continuar aceptando mi desdicha. Entonces, rompió el silencio y dijo:
-          A lo largo de tus vidas, tendrás que descubrir quién eres, sólo así podrás responderme. No temas, estaré a tu lado. Te recogeré cuando agotado, grites al Tiempo que es tu enemigo. Un buen día volveremos a vernos y ese día nunca más sentirás eso…
(pausa)
Una sacudida en el Corazón me devolvió a la realidad de mi completado Ser. Recuerdo a la perfección la belleza de Nalé Kará. La he sabido reconocer a lo largo de mi andadura. Era cierto, Ella siempre estuvo a mi lado cuando la necesité, recordándome que caminaba para alcanzarme a conocer.
Así desde este espléndido lugar en el que hoy me encuentro, dirijo mi mirada al Océano y tal y como la Estrella que brilla en el firmamento, pongo mi intención en recoger lo mejor y deshacerme del error que tanto me enseñó.
(pausa)
Aquel primer día que di con Ella y regresé al campamento, todos me miraron extrañados. Todos, al unísono me giraron la cara. Me dieron a entender que si estaba con Ella, de mí no querían nada. Intenté hacerles entender que Ella me había salvado, había liberado a nuestro Pueblo de la necesidad de perecer en el intento por sobrevivir en un mundo lleno de alimañas. Intenté, por todos los medios, convencerlos de que no era necesario continuar pasando por aquello. Pero nadie, nadie me quiso oír.
Con todo el dolor de mi Corazón, tuve que tomar una decisión. Los miré a todos. Sí, eran mi familia, pero no lo eran Todo. La miré a Ella, no la conocía, en cambio sentía que con Ella ese Todo llegaría.
De repente, una poderosa Estrella parpadeó en el Cielo, llamando mi atención.
-          Es la Estrella Polar – exclamó Nalé Kará.
-          Es preciosa. Siento que quiero alcanzar ese lugar…
-          Sí, es lógico, si tú quieres, allí está nuestro Hogar…
Miré al resto, a ninguno le interesaba la Estrella Polar. Me quedé por unos instantes, embelesado, mirando a ese pedazo de Cielo y entonces descubrí algo.
-          Mira esa Constelación!!! – grité señalando a una hermosa formación estelar que me pareció un Altar.
-          Sí, es la Osa Mayor. Sabes una cosa, creo que podemos hacer algo…
Nalé Kará, sujetó mi mano, tirando de mi me llevó corriendo a un altozano, desde el cuál había una vista espectacular, donde se reflejaba el Cielo en el Mar.
-          Te propongo algo. Allí en la Osa Mayor se halla el Misterio de nuestro Universo. Siento que tú y yo podemos desvelarlo. ¿Estás de acuerdo…?
-          Por supuesto – aseguré – y sabes algo más. Mira, observa esto. Ves como el Cielo se refleja en la superficie del Atkhio, pues tengo claro algo, que pronto muy pronto, podrá dejar de ser un simple reflejo.
-          Ohhh!!! De verdad!!! ¿Crees que el reflejo se hará realidad…?
-          Si, para ello, esta nuestra Tierra nos apoyará y nos ofrecerá su materia para que la semilla que gestemos, se pueda sembrar.
Nalé Kará lloraba, embelesada, sintiendo la verdad de los labios de Motowa Kala. Sintiendo aquello que representaría el mayor de los éxitos. El de que el Cielo al completo… pisara la Tierra.
(pausa)
Unas lágrimas invadieron mi Ser. Desvelar los Misterios que encierra la Osa Mayor, fue la mayor oportunidad que a un hombre como yo, se le puede dar. La propuesta era tan interesante que no fui capaz de rechazarla.
Miré hacia aquello que dejaba atrás. El campamento, mi familia, una casa, algunas vasijas, algunos bueyes y poco más. Nada de lo que allí dejaba era más importante que Navegar por los Caminos de la Vida. Si regresaba a aquel lugar, cada día que pasara comenzaría la cuenta atrás de los días que me quedaban. En cambio, si me alejaba del campamento, el reloj me regalaría lo que necesitase para vivir la aventura que el destino me tenía preparado.
Elegí y elegí muy bien. Ahora ya estoy aquí. Estoy en mi Hogar. En el mismo centro de la Estrella Polar, la misma que señala la Tierra en la que se va a construir el Hogar terrenal.
(pausa)
Hoy, en este pedazo de tierra paradisiaco, muchos son los que también están llegando. Quién fuera Nalé Kará sigue conmigo, tal y como dijo. Nos hemos reconocido siempre. Nos hemos odiado y amado, nos hemos caído y levantado, pero siempre, siempre, nos hemos anhelado. Cuando siento que es el momento de comenzar a crear nuestro Verdadero Hogar, un flujo de emoción me desborda. Será la primera vez que consigamos algo así. Para ello tenemos que superar el recuerdo de la pérdida, de la añoranza, de sentir que el Tiempo va en nuestra contra y nos descuenta cada día que pasa un pedazo de nuestra vida. Tenemos que desear ser Eternos, desear que sea el Espacio el lugar de nuestros sueños. Mi familia, la del campamento,  no lo entendió. Yo sí tuve la gran osadía de hacerlo.
Ahora, cuando nos disponemos a comenzar a crear ese nuevo Hogar, infinitos recuerdos me abruman. Todos son recuerdos viscerales de cuando estuve obligado a sobrevivir, a sacrificarme, a maldecir por todo aquello que tanto esfuerzo me causaba y me dejaba agotado. El Pueblo que se está creando, es un réplica del principio de todos los Pueblos y poblados que a lo largo del Tiempo el hombre ha construido. Pero esta vez, el Pueblo, no es un Pueblo lleno de temores y miedos. No es un Pueblo para aprender a defenderse de nada, a ganarse un trozo de tierra o un espacio donde yacer más muerto que vivo.
El Pueblo, es un lugar en el que cultivar la Tierra, vivir acompañado de todo Ser Vivo que desee compartir el espacio, sin más exigencias, sin más reminiscencias del pasado. De ese terrible dolor que hasta ahora el hombre ha sentido por la Madre Tierra.
El Pueblo de Verdad, es el que crea el Hogar de la convivencia. Es el que siente a la Tierra como el gran útero que nutre a toda vida, que sabe que el planeta no es una amenaza, sino una impresionante molécula en la que vibran el Sol y la Luna.
(pausa)
Siento como una mano acaricia mi cabello. Es Ella. Es con quién lo compartí Todo. Miramos nuestra Estrella, la Estrella de Todos. Recordamos los Misterios que desvelamos, cada vez que vivimos y pasamos por cada uno de los Universos en los que crecimos, aprendiendo a amarnos.
-          ¿Sabes qué es lo que siento en este momento…? – dice Ella.
-          Dime, exprésalo como tú sólo sabes hacerlo.
-          Siento que todo está por crear de nuevo. Siento como vamos a recoger cada trocito de nuestro Corazón Eterno y lo vamos a recomponer con herramientas nuevas, unas que todavía están por descubrir.
-          Tienes razón, yo siento algo similar. Siento que cuando voy a caminar hacia el Hogar que yace en nuestros sueños, todo se va a confabular para que lo podamos experimentar de Verdad.
-          Sabes… ahora que estamos solos, quiero preguntarte algo que siempre dudé en hacerlo.
-          Dime, pregúntame lo que quieras, no temas, si no tengo respuesta, la buscaré – le aseguro.
-          ¿Quién eres…?
No me lo pienso. Lo sé. Ahora sé quién Soy y así le contesto:
-          Soy Ikarom. Soy el Tiempo. Soy el Rey. Soy el Hijo de Dios. Soy quién quise Ser. Soy todo lo que ves, pues ahora ya nada oculta mi Ser.

Sujeto entre mis manos su rostro. Es preciosa y cuando la beso algo nos transporta. Volvemos a la sabana. Soy de nuevo Motowa Kala.
Nalé Kará, continúa sonriendo. Me acabo de despedir de mi familia, de mi pueblo, del lugar en el que nací. Mi Corazón ya no llora, sé que todo lo que está por venir, será la semilla que algún día germinará y desearán venir a buscar.
Sonrío a la par que sujeto de la mano a Nalé Kará. Ahora sé que Ella también es Shamaat.
-          ¿Qué ocurre…? – pregunto a Nalé Kará de repente - te siento impresionantemente bella.
-          Es mi vientre… en él hay vida, hay una semilla, la que ambos con Amor hemos engendrado. Es nuestro Hijo.
Nalé Kará está emocionada. Al tiempo que Ella comenta su embarazo, su Corazón vive la experiencia más mágica, la de dar Vida. Shamaat ha dejado de mecer un sueño. El Hijo es real. No hay más que luchar, no hay más que temer. Ikarom y Shamaat sonríen. El Hijo está a punto de nacer...
 (pausa)
La Sabana está cubierta por un eterno dorado, que ondula al tiempo que los rayos de un nuevo Sol que se elevaba en el Firmamento, calienta con su halo, toda la superficie de la Tierra. Los dorados se extienden por doquier, cubriéndolo Todo.
El Universo al completo, es testigo del nacimiento del Hijo. La Belleza solar de este recién nacido es muy especial. Una abrumadora onda de Amor cruza de parte a parte el Cielo. Todo se cubre de su Ser, del Ser del Hijo Cósmico, el que acaba de nacer.
(pausa)
Nalé Kará porta a nuestro Hijo en brazos. Camino a su lado. Me dirijo a la Tierra cuyos dorados nos permiten ahora, vivir tal cuál la experiencia de la Osa. Miro la Constelación. La puedo tocar con mis manos. Entre el Cielo y la Tierra, no hay separación. Cojo a mi Hijo, le muestro ese Cielo y le enseño la Tierra que pisamos.
-          Hijo, es el momento. Ahora el Firmamento ha pisado el terreno. Este es tu Hogar. Nuestro Hogar. El Verdadero Hogar. El que para ti hemos hecho. Vive y no temas. Vive en esta Tierra, porque ahora en Ella, se precipitará el Cielo y de este modo, podremos Todos conocernos.
El bebé balbucea, sonríe y agita sus manitas. Nalé Kará, apoya su cabeza en mi pecho. Madre e Hijo, escuchan atentos las palabras que les recito. Son palabras de eternidad. Son palabras que denotaban que el círculo se ha cerrado. Que el principio ha dado con el final.
Y así me expreso:
-          Las Tierras que pisamos, son el pasto de Todos los Seres que Hoy las habitamos. No son meras suposiciones. Es la certeza de que en estas Tierras, sólo caminan grandes Corazones. Escucha Hijo, escucha al viento y observa cómo te regala un nuevo Misterio. Descífralo. No dudes de tus portentos. No dudes de tu capacidad para dar con aquello que te propongas. Descubre la majestuosidad de estas Tierras, las únicas que en Todo el Universo podrás encontrar. Las mismas que han sufrido en sus entrañas el dolor y la mayor adversidad. Las que han logrado el tesoro que siquiera Dios pudo imaginar. Las mismas que se han enarbolado una y otra vez, hasta conseguir sembrar de dorados la Tierra para toda la eternidad. Ves Hijo, ves para que todos te vean y sepan que tu nacimiento, es Hoy la Dicha que jamás se extinguirá.
Nalé Kará me mira. No existen palabras para expresar lo que sentimos. Sólo existe la intención de envejecer, viendo crecer a nuestro Hijo, algo que nunca antes logramos vencer.
-          ¿Sabes una cosa…? – le digo – No cambiaría nada de lo vivido. Tengo que agradecerte la Fe que pusiste en desear ser testigos de este Amanecer, sin ti jamás habría llegado hasta aquí.
-          Y yo sin ti jamás habría conocido la fuerza del Amor. Tú me enamoraste y al hacerlo, todo sucedió. ¿Sabes Ahora cuál es mi sueño…?
-          No, no tengo la menor idea… - le confieso.
-          Sólo deseo estar junto a ti. No me importa nada más.

-          Qué coincidencia – rio, mostrando la alegría que representa lo que me transmite -. Yo siento lo mismo!!! Solos Tú y Yo…



Meditación de la Estrella Polar




9º Encuentro Quorum Osa Mayor

Como Todos recordareis, nos habíamos quedado, cuando el Templario va en busca de su Hathor para iniciar un nuevo proceso. De algún modo, así se da por concluido el 7º Universo, pues es cuando ellos, Él y Ella se encuentran, cuando todo vira a una nueva Vida. Así, el propio Universo da un giro, todo lo que hasta entonces había acaecido, queda en el recuerdo y ahí, en ese lugar en el que sólo existe el sentimiento vivido, vamos a poder madurar todavía más, por un nuevo Camino. Tal y como en este caso, la Hathor procede de la estirpe desencadenada, por el lujo que representa el Diamante de Gaia para todo el Cosmos.
Al tratarse de una Dama de semejante realeza, es imprescindible que la describamos, para que así todos podamos verla.
Tal que una emperatriz, alza su oscura cabellera, en un recogido atado con hilos dorados, adornados de coloridos pétalos. Largos bucles, se deslizan a cada lado de su rostro, de facciones precisas, suaves, sinuosas, armónicas. Sus ojos son la mayor expresión de claridad que podamos imaginar. Son grandes, profundos, de color indefinido, como si no fueran de este mundo. La sonrisa que muestra, es la más increíble certeza de la alegría que su Alma expresa.
Se siente plena y eso es lo que transmite. Para la ocasión, se ha vestido con una sencilla seda natural, que la envuelve y al mismo tiempo permite que sean visibles los destellos de Luz que su cuerpo emite. Su Belleza, nada tiene que ver con su sensualidad, sino con la magia con la que nos lleva a vivir y a soñar. Su nombre es Iris Dafna y su Templario Shuekoak.
-          Sssshhh!!!! Atentos… Están a punto de llegar.
(pausa)
Como cada día acostumbraba a hacer, cogió su libro y ojeó las páginas que había releído una y otra vez. Quizás creyó que con aquel gesto, las claves que recogía el misterioso cuaderno, iban a hacerse evidentes a sus Ojos. Nada más alejado de la realidad. El gesto no le llevó a más que a continuar intentando descifrar, lo que entre líneas se ocultaba, párrafo por párrafo, con suma delicadeza y sobre todo con gran responsabilidad.
Revisó una vez más la última página, un trozo que llamaba poderosamente su atención y que podría asegurar que lo había releído más de veinte veces, y cada vez que lo hacía, comprendía algo más sobre la intención de aquel que en su día lo escribió.
El texto decía así:
Apuntaba el día, el de esa dulce mañana que Amanecía en la Playa de La Bahía. La Luz se enaltecía y con ella y con el Espíritu de La Sabiduría - ese que traía consigo todo aquello que de la Vida se leería – también aparecía el motivo por el que sólo algunos, a Ella  la descubrirían.
Apuntaba hacia una profecía, la misma que desde antaño intuía lo que a ciencia cierta iba a suceder. La Brisa de La Bahía traía consigo su propia prisa. Los pétalos que caían no fueron al azar y las Mariposas que podían distinguirse, fueron las únicas que eligieron no volver a olvidar, la Belleza que la Vida siempre nos da.
Algo envolvió el Corazón de aquel lector. Le era familiar aquella Playa en la que el Sol ya despuntaba. Le sonaba en su interior haber sentido la brisa de la mañana y de como un buen día, entregó los pétalos de su flor.
Se detuvo, era incapaz de recordar a la Mariposa y a su volar en plena libertad, pero era cierto que a la Belleza, jamás la podría olvidar.
Guardó el libro en su zurrón hecho de pieles de todos los tiempos, el mismo que le dio su antecesor y calzado con unas alpargatas y el Corazón lleno para experimentar todo lo nuevo, se puso a caminar, dejando que la aventura lo viniera a buscar.
Todo estaba preparado para el momento. Él llegaba en su Caballo, el Serafín más espectacular, que a Dios se le puede brindar.
Pues el Caballo no es más, que el mágico vehículo que contiene aquello que ambos han experimentado y así se convierte en el único que contendrá todo lo que Él y Ella pueden sentir y expresar.
(pausa)
De repente, alguien fue testigo de una escena, digna de ser mencionada. La escena se producía en la Playa, en ese mágico enclave donde comienzan todas las realidades.
Esto era lo que allí sucedía…
Una hermosa joven caminaba absorta por la Playa. Siquiera recordaba cómo había llegado hasta ahí. Sintió la fuerza de la arena húmeda bajo sus pies, eso la gratificó. Se sentía emocionada. La calidez de la Luz de aquel Sol que se elevaba, le garantizaba de por Vida la nota de su Corazón. Se dirigió a observarlo, tal y como  lo haría si Él fuera su Amor. Acarició sus rayos y al hacerlo le pareció sentir a una niña dentro, que en otros tiempos peinaba al Sol. El Sol vibró. En su vibración portaba el nombre de aquella Belleza, la misma que en la Estrella Polar tomaría posesión. Acercó un poderoso rayo hasta su misma oreja y susurrando le dijo:
-          Tu nombre es Iris Dafna.
El cuerpo de la joven se erizó, lo había escuchado a la perfección. Se dejó embargar por aquel cúmulo de sentimientos y al hacerlo, algo poderoso llamó su atención. Parecía que venía del Horizonte del Atkhio. Rápida y sin pensárselo al Mar se lanzó. Su objetivo aquel Horizonte y Todo su esplendor.
Su vestido de blanca seda se humedeció, supo entonces que sólo desnuda y sin cadenas alcanzaría ese lugar donde nacería y volvería a empezar. Sumergiéndose bajo las aguas del Atkhio, nadó y nadó…
Preciosos delfines acudieron al amparo de su travesía, rodeándola, vibrando y haciéndole compañía. Iris Dafna, se sentía dichosa, sabía que algo ocurriría. Nada temía, de nada dudaba, la intuición era quien la guiaba. Jugó con los delfines y con unas belugas recién nacidas, bailó con las ballenas, con los cachalotes y con unas diminutas estrellas. Sentía como los rayos del Sol cruzaban todas las fronteras y que su calor podía sentirse en la profundidad de aquel azul. No existía separación. No había abismo, el Fuego del Sol era acogido en el seno de aquellas Aguas. Se envolvían y se tocaban y con ello creaban Todo lo que en su día anhelaran.
(pausa)
Un resplandor espectacular, invadió el azul verde del Mar. Tanto que Iris Dafna sintió cruzar su Todo a otra Realidad. Desnuda, sin nada que ocultar, comenzó a caminar por Tierra firme, por un hermoso lugar donde un Aire nuevo llenaba sus pulmones a voluntad. Al momento dos enviadas la ataviaron con un vestido nuevo, de múltiples colores, de tantos como contiene el arco iris. Las enviadas le dieron la Bienvenida al lugar, sonriendo, abrazándola y mostrando la alegría de sus Corazones, al verla por fin llegar:
-          Iris Dafna, es ahora ésta tu casa. Es este lugar tu Hogar. Es esta la Tierra que Dios creó para Ti.
La joven sonrió con esa sonrisa que encandilaba al mismísimo Señor. Sin más comenzó a descubrir todo aquello que había a su alrededor. Cientos de miles de Olivos por doquier, fue lo primero que pudo ver.
-          Es un Vergel!!! – exclamó, como si fuera capaz de reconocer aquel lugar, aun sabiendo que nunca antes había estado allí.
(pausa)
El trote lejano de un Caballo, se pudo escuchar. Alguien se acercaba. No estaba sola. Esperó. Siquiera se inquietó por lo que pudiera pasar.
Al cabo de unos segundos pudo observar como a varios metros - entre el olivar - se había detenido un jinete para dar de comer a su Caballo. Iris Dafna, no pudo evitar fijarse en el hermoso alazán. Era purpureo de larga cabellera con un crin aterciopelado y unos ojos tan enormes y avispados que parecía que de un momento a otro te iban a hablar. El Caballo se giró de repente en su dirección. Era como si la hubiera detectado. Iris Dafna le sonrió. Sentía que conocía muy bien aquel Caballo. Pero eso no podía ser. Era la primera vez que lo veía. El Caballo relinchó y sin más se acercó hasta Ella. La Dama lo abrazó. Lo besó con total Amor, hablándole al oído y acariciando su aterciopelado pelaje divino. En esas se escuchó una voz:
-          Es cierto que eres la Belleza de este Universo. Te imaginé una y otra vez, pero mi imaginación quedó muy corta ante la realidad de tu Ser. Soy Shuekoak. Soy ese Sol que rozó tu faz, el mismo que se involucró en tu experiencia, el que avivó el Fuego de tu Sagrada Esencia, el que vibró cuando lo tenía que hacer, para alcanzarte a ver – le confesó poniéndose enfrente de sus admirados Ojos -. Él es Arom – dijo señalando al Caballo que todavía estaba siendo acariciado por aquellas amorosas manos – Él es nuestro vehículo, es quien contienen todo lo que hay entre nosotros. Es todo aquello que fluye para que como UNO alcancemos a vivir lo que soñamos. Él es nuestro Triunfo.
La chica no decía nada, sólo sonreía y le miraba con esa mirada penetrante que tanto embriaga. Con total sencillez, dejó que su mano se deslizara por su tez. Notó la fortaleza de aquel rostro, pero también notó su sensibilidad. Con los dedos abiertos a modo de peine, dejó que éstos se deslizaran por el cabello rubio del jinete. Éste no pudo evitar cerrar sus Ojos y permitirse sentir a la niña que con su peine, le mostró por vez primera como existe otra forma de sentir.
Tras ello, sintió a la Dama, la que en ese momento lo acariciaba y tal y como lo estaba haciendo una poderosa lágrima resbaló por su rostro. Era una lágrima de Amor, de Felicidad, de Entrega, de Paz…
(pausa)
Una cascada verde esmeralda, surgió a la vista de la pareja, tras los cientos de oliveras. El vergel, era una tierra por descubrir. Parecía que no tuviera fronteras, que toda entera fuera una muestra del lugar en el que nacería una nueva tierra. La pareja caminaba en dirección a la cascada. Arom los seguía. Era enternecedor observar a aquellos jóvenes en el punto exacto en el que comenzaría un nuevo escalón. Variopintas formas de plantas y otros vegetales, aparecieron en el camino. Exquisitas extensiones de flores, eran el manto divino más hermoso que podía verse en aquel Paraíso. La alfombra era la antesala a un Templo Sagrado, cuya puerta seria alcanzada, tras superar una larga escalinata.
Shuekoak, solicitó a Arom que les esperara y mirando a Iris Dafna, le inquirió para que entraran. La joven ya se había avanzado, tenía muy claro que algo les aguardaba en el interior del Templo.
Al alcanzar el umbral, la puerta se abrió. Un sonido de fondo les hizo vibrar el Corazón. Geminadas columnas y alancetadas arcadas les invitaban a continuar adentrándose en aquel glorioso Hogar. Al alcanzar el centro, el mismo punto por el que el Gran Sol en aquel momento hacía acto de presencia, filtrándose a través de la cúpula acristalada y alcanzando a invadir todo el Hogar, un crepitar, llamó la atención de los recién llegados. Uno de los poderosos rayos, incidía, señalando algo que al sentir el calor, parecía reaccionar.
Iris Dafna, se sorprendió:
-          Oh!!! – exclamó – mira, es un cristal. Es precioso.
La joven supo que tenía que cogerlo. Lo llevó consigo para compartirlo con su Caballero. Mientras ambos observaban el cristal, una voz a sus espaldas, les habló:
-          Este es el diamante que habéis labrado sin saberlo. Yo mismo me encargué de forjarlo – les aseguró un esbelto muchacho con aspecto de hombre sabio.
-          ¿Quién eres…? Yo te conozco – le confirmó Iris Dafna – he visto antes esos Ojos.
-          Eres Él. Eres Arom… ¿me equivoco…? – preguntó asombrado Shuekoak.
-          Sí, soy Arom, Serafín e Hijo de Dios. Descubrid que tenéis que hacer con él. No olvidéis que el diamante contiene toda vuestra Historia, toda vuestra Sabiduría, toda vuestra Perfección y Belleza.
Iris Dafna miró con seguridad a su pareja y acto seguido dijo:
-          Creo saber qué es lo que tenemos que hacer. Siento una gratitud inmensa por el trabajo que has realizado. Sin la presteza para labrar este cristal, jamás conoceríamos lo que hemos alcanzado a dar. Gracias por Todo.
Shuekoak se añadió a ese sentimiento de gratitud, abrazándose con Arom, quien hasta entonces fuera ese enigmático Caballo que lo condujo hasta el Vergel, donde la halló a Ella.
Cuando el Caballero se giró, observó a Iris Dafna dirigiéndose a algún lugar. Una inmensa puerta que destellaba dorados, esperaba ser abierta. Iris Dafna, aguardaba ante el umbral. Shuekoak, extrajo una llave que guardaba en su Corazón, se trataba de la Llave de la Vida, la misma que el Padre le entregó, antes de su partida. Al colocar la llave en la cerradura, la puerta se abrió, dejando ver lo que había en el exterior.
(pausa)
Iris Dafna salió corriendo. Estaba entusiasmada, no se lo podía creer. Un prado, un riachuelo, árboles frutales, animales, elementales, todos, todos, sonreían y vivían en auténtica armonía. Corrió a abrazarse con todos, Shuekoak, la siguió. Aquella era la Tierra que siempre soñó. La misma que a ellos Dios les regaló.
Portaba en sus manos el Diamante.
-          Vamos, sé lo que tengo que hacer. Acompáñame.
Shuekoak la siguió. Cruzaron el Prado hasta el mismo horizonte donde se hallaba El Bosque. Se adentraron en él y a pocos metros un Gran Manantial de cristalinas aguas, se abrió ante los Corazones de ambos. Era impresionante. Sin más Ella brilló de emoción.
-          Es aquí – gritó -. Es aquí donde debemos lanzar todo lo que somos. Algo ocurrirá.
Shuekoak, la rodeo con sus brazos, apoyando aquel momento. Así, Ella sin más, cogió el Diamante y lo lanzó al mismo centro de aquellas poderosas aguas.
Un estallido de Amor se pudo escuchar por todo el cosmos. El Diamante había alcanzado el Corazón de la Madre de Todos, la misma que creó esa realidad que en esos instantes estaba siendo vivida por sus Hijos. Los mismos que la supieron abrazar.
El estallido creó pátinas infinitas de luz, cuyo resplandor abarcó todos los rincones del Universo. Alguien exclamó:
-          Mirad, es la Estrella Polar, es esa, la que brilla ahora más. Es nuestra guía, es nuestra Verdad.
Mientras ese desconocido sentía aquello y lo compartía con el resto, numerosos caminantes raudos se dispusieron a navegar. Los que ya lo habían hecho y se habían convertido en misioneros, ayudaron a los demás. El Universo al completo se ungía de una única Verdad y en esa colaboración y entrega, muchos fueron los que pudieron vivir la Dicha de Iris Dafna y Shuekoak.
(pausa)
Había Amanecido. Había quedado atrás todo lo vivido. Ya no había más que esperar. La Sabiduría, la Abundancia y todo aquello que se anhelara, era ahora una realidad.
Y allí en el mismo centro de la Estrella Polar, seguían los enamorados, descubriendo lo que entre ambos podrían alcanzar a crear para la riqueza de todo el Universo.
Iris Dafna, no cesaba de observar las mil y una luces que se desprendían de aquel lugar. Paseaba entre los ricos campos plagados de frutos. Y en ese paseo, un árbol en concreto llamó poderosamente su atención. Lo sintió Sagrado, tanto como el resto, sin pensárselo le pidió permiso para comer uno de sus exquisitos frutos. Eligió el más dulce. Con el fruto en la mano, buscó a su pareja para que lo compartieran.
A Shuekoak, lo encontró absorto, pensativo, emocionado por algo.
-          Shuekoak, mira que traigo!!! – exclamó mostrándole la manzana de aquel árbol.
Shuekoak sonrió a su chica y mientras ambos comían aquel fruto sagrado, le recitó la siguiente poesía:
Vergel de Olivos,
cubierto por el manto divino,
desde esta Estrella en la que nos conocimos,
y que nunca supimos
muy bien porque.
Cada vez que te digo al oído,
lo mucho que te quiero y he querido,
puedo sentir a la noche
más viva enloquecer.
Bella marea sin fronteras,
que revela la ceguera
de aquel que no puede ver.
Veo cada día más cerca,
como se refleja en tu huella,
este, nuestro Amanecer.
Vergel de Olivos,
por fin, Hoy estamos vivos,
vivos para volver a nacer,
para conquistar aquello
que nunca antes,
conseguimos vencer.
Mágica tu sonrisa,
la misma que siempre
me hizo enloquecer.
No te escondas más niña,
haz brillar tu Dicha,
la que nunca abandonaste,
para que yo no te olvidase,
y pudiera encontrarte,
al regresar a nuestro Vergel.
Bella marea sin fronteras,
Bella Dama que ya no espera,
Bella tu huella derramada,
Bella siempre, la más Bella
a quien yo puedo en mis brazos tener.

Iris Dafna emocionada, se lanzó a los brazos de su amado, compartiendo dulces bocados de aquella manzana que el sagrado árbol les regalara. Y así en Amor y silencio gozaron del sentir de aquel Paraíso, en el que aprender de nuevo a Vivir.

-          Sshhh!!!! Silencio, es el momento de anclar nuestras Almas en esta Consciencia. Cada uno a su modo sentirá que está abrazando ese mundo nuevo. Ahora escuchad la música y al terminad, sentid que también estáis aquí. Nos vemos muy pronto!!!