10º Encuentro Quorum Osa Mayor
Caviló
antes de decidir que ya había llegado el momento de tocar puerto. Su
embarcación estaba muy atrotinada por tanta navegación y misión. Hacía un día
claro y sabía que en aquel puerto, estaba el lugar en el que el Tiempo le diría
que ya el pasado acabó.
Justo
cuando eso ocurrió, en un Prado cercano, a pocos metros del puerto y de la
embarcación, una Dama de larga cabellera, mecía en sus brazos una gran ilusión.
Era el instante previo a dar con quién tanto esperó. Meció y meció… Meció el
momento, meció el sueño y también al anhelo meció. Era tanta su intensidad y
pasión por encontrar el instante en el que vibrar junto al Señor, que en su
fuero interno jamás la llama se extinguió.
Lo
presintió. Intuyó que el Caballero estaba a punto de llegar. Su Corazón dio un
vuelco y al hacerlo, un pálpito incontrolable se desbordó por todo el
Firmamento. Era el Anuncio de que el Tiempo se había agotado para aquel
Caballero y que por supuesto, el Espacio había abierto sus brazos para
acogerlo.
Alguien
en voz baja Anunció:
-
Cuando el Señor del Tiempo penetre en el
Espacio donde Ella lo acogerá, todo virará y sólo ese, será el momento en el
que el Hijo se engendrará. El abrazo que de Ella recibirá, será la señal que el
Universo necesitará para saber que el AHORA, será el único Espacio y lugar por
el que transitar. La Luz ya jamás se apagará y aquello que reste en la oscuridad,
será devuelto a su lugar, para que en otra oportunidad, al regresar a esa
Tierra Sagrada que podrá de nuevo pisar, sepa elegir la Belleza que sólo Dios
puede proporcionar.
Si
estáis atentos, en breve podréis ser testigos y ver nacer a ese Hijo, el que
devolverá a sus Padres la Verdad de aquello que han sido, para que a partir de
ese instante la puedan gozar.
Un
tercero, tuvo tal alto grado de claridad, que pudo ver plasmado en un lugar
etéreo, el sueño que la Dama mecía entre sus brazos.
-
Se trata de un niño – dijo - de un precioso
Hijo que sonríe para que a su Madre se le alegre el Corazón y a su Padre se le
precipite todo su Fuego de Creación.
-
Es precioso!!! Yo también puedo verlo –
dijo otro - puedo asegurar que dentro de muy poco, la Dama vivirá su sueño. Es
el momento de ello.
-
Ssshhh, silencio, mirad que está
ocurriendo. Es mágico poder descubrir todo aquello que te devuelve la memoria
acumulada a lo largo del Tiempo. Ssshhh, escuchad, estos son ellos, en su
primer encuentro. El mismo día que comenzaron a Caminar. ¿Queréis saber qué
ocurrió…? Estad atentos, va a comenzar el instante del encuentro. Por fin se
van a juntar principio y final.
(pausa)
Una
niebla baja, no me deja ver claro a más de diez pasos, de donde me encuentro
agazapado. Estoy en absoluto silencio, acuclillado, expectante, con una lanza
de árbol verde que el Gran Eronte talló para mí. Me la entregó justo el día en
que cumplí 13 ciclos. Mi madre, Alure, lloró como una niña lloraría al saber
que su hijo se acababa de convertir en hombre. Ese significado dejaba algo
escrito para siempre. Si yo, Motowa Kala aceptaba el arma, a partir de aquel
instante mi vida comenzaba a avanzar hacia la muerte. Ya no habría marcha
atrás. En ese instante, quedaba marcado el descenso hacia el último de mis días
en la Tierra.
Un
venado astado acaba de pasar a menos de cinco cuartas. Apunto con la lanza.
Mantengo la serenidad. Sólo soy capaz de escuchar el pálpito de mi acelerado Corazón
y el de los pasos a trotes de la gacela, que busca retornar al grupo del que se
ha alejado. De repente, un temor me invade. Pretendo ser cazador en esta Sabana,
pero también lo son, leones, tigres y otras alimañas. Siento como un temblor
incontrolado se apodera de mí. Mi piel se eriza, mis ojos se desorbitan, mi
latido se acelera de tal modo, que siento que voy a desmayarme de un momento a
otro.
(pausa)
Caigo
tendido en el frio suelo. No soy capaz de recordar nada más.
(pausa)
Me
despierto, no sé cuánto tiempo ha podido pasar, desde aquella escena en la que
estaba a punto de capturar un venado para llevar comida a mi familia.
Estoy
vivo. No he muerto. Sigo aquí. Pero ya no soy Motowa Kala. Ahora soy otro. No
llevo armas. No siento miedo. No siento el acecho de la muerte avanzando hacia
mí. Estoy en medio de un altozano enorme, vislumbrando la sede de mi existir.
Es mágico el Horizonte, el que me trae recuerdos de aquello que fui. No detengo
mi andadura, sólo la sublimo y la cotejo. Tengo muy claro cuál es mi postura,
donde yace el sentido que a todo le otorga un prisma de infinitos colores, los
mismos con los que pinté el cuadro de mi paso por la Tierra.
Alguien
a mis espaldas, me insta a que continúe con los recuerdos de mis lejanas vidas.
Sé que tiene razón. Que tengo que encontrar el modo de conjugar aquello que fui
con lo que Hoy Soy. Es la clave para mi existir. Sonrío. Soy feliz. Siento que
la Magia está irradiando en mí.
Alguien
se preguntará porqué…
Es
porque ahora, transformo a aquel que caminó sin Amor, en un cocreador que crea
desde el mismo centro de su Gran Corazón.
Cierro
los ojos de nuevo, quiero saber más sobre Motowa Kala.
(pausa)
De
repente, alguien me sujeta por los hombros y arrastrándome me conduce a un
lugar seguro. Siento el calor de su pecho contra mi cogote. Siento que es una
mujer quien me socorre. Como puedo, abro los ojos. Veo su radiante sonrisa.
Siento como algo se derrite en mi Ser. Estoy a salvo. Ni leones, ni tigre, ni
alimañas que temer. Me acerca un cuenco a los labios. Bebo del Agua que me
otorga. Es Agua limpia, cristalina, Agua que hace vibrar hasta el mismísimo Corazón.
Un escalofrío me inunda. No sé qué puede ser esa sensación.
Le
pregunto:
-
¿Quién eres…?
-
Soy Nalé Kará, la única superviviente de la
tribu, Washiba. Camino sola por estos lares. Te encontré desmayado a menos de
cinco cuartas de un venado astado. ¿Eres cazador…? ¿Quién eres…?
Balbuceé,
podía mentirle y decir que sí, pero no sería cierto. Nunca cacé. No me dio
tiempo. Aquel día que la encontré, era el primero en alejarme del campamento. Esa
era la prueba que tenía que superar, si quería aprender a sobrevivir y a
ganarme los méritos de hombre protector de una familia, que como tribu vivíamos
a expensas de aquello que los enarbolados como hombres, eran capaces de cazar,
jugándose la vida en ello, para poder alimentar al grupo.
Podía
decirle la verdad. Podía aclararle que era el primer día en querer demostrar mi
valía y que había sido un cobarde muerto de miedo, que sin haber siquiera
lanzado el arma ya me había desmayado.
También
podía decirle que no la conocía y que por eso prefería no decir nada al
respecto de mi vida.
Todas
las respuestas me parecieron horrendas.
La
chica, continuaba observándome con una sonrisa y una mirada tan intensa y rica
que no pude evitar responder a esa energía.
Me
incorporé. Tendido sobre esa desconocida me sentía muy extraño. Me sentía como
si de un vuelco, me arrancaran la dirección de mi vida.
-
Dime… ¿quién eres…? – repitió.
Entonces
supe que no se detendría, que nunca cejaría en obligarme a responder. Supe que Ella
siempre querría que yo descubriera a ese que en su día cayó de bruces, sin
siquiera poderse mover.
De
repente, tuve la respuesta. Era la respuesta más verdadera que existía en mi
Ser.
-
No tengo ni idea. No sé quién soy, ni
tampoco quien puedo llegar a ser. No sé qué hago aquí, en esta Tierra que me
obliga a vivir, para sentir que tengo que morir. No sé por qué, cada paso que
doy siento que consumo un día más de estar aquí. Es como si el Tiempo, me
obligara a algo que no soy capaz de permitir. La respuesta es NO SÉ QUIEN SOY.
Nalé
Kará, me observaba sin decir nada, su mirada compasiva era lo único que me
permitía continuar aceptando mi desdicha. Entonces, rompió el silencio y dijo:
-
A lo largo de tus vidas, tendrás que
descubrir quién eres, sólo así podrás responderme. No temas, estaré a tu lado.
Te recogeré cuando agotado, grites al Tiempo que es tu enemigo. Un buen día
volveremos a vernos y ese día nunca más sentirás eso…
(pausa)
Una
sacudida en el Corazón me devolvió a la realidad de mi completado Ser. Recuerdo
a la perfección la belleza de Nalé Kará. La he sabido reconocer a lo largo de
mi andadura. Era cierto, Ella siempre estuvo a mi lado cuando la necesité,
recordándome que caminaba para alcanzarme a conocer.
Así
desde este espléndido lugar en el que hoy me encuentro, dirijo mi mirada al Océano
y tal y como la Estrella que brilla en el firmamento, pongo mi intención en
recoger lo mejor y deshacerme del error que tanto me enseñó.
(pausa)
Aquel
primer día que di con Ella y regresé al campamento, todos me miraron
extrañados. Todos, al unísono me giraron la cara. Me dieron a entender que si
estaba con Ella, de mí no querían nada. Intenté hacerles entender que Ella me
había salvado, había liberado a nuestro Pueblo de la necesidad de perecer en el
intento por sobrevivir en un mundo lleno de alimañas. Intenté, por todos los
medios, convencerlos de que no era necesario continuar pasando por aquello.
Pero nadie, nadie me quiso oír.
Con
todo el dolor de mi Corazón, tuve que tomar una decisión. Los miré a todos. Sí,
eran mi familia, pero no lo eran Todo. La miré a Ella, no la conocía, en cambio
sentía que con Ella ese Todo llegaría.
De
repente, una poderosa Estrella parpadeó en el Cielo, llamando mi atención.
-
Es la Estrella Polar – exclamó Nalé Kará.
-
Es preciosa. Siento que quiero alcanzar ese
lugar…
-
Sí, es lógico, si tú quieres, allí está
nuestro Hogar…
Miré
al resto, a ninguno le interesaba la Estrella Polar. Me quedé por unos
instantes, embelesado, mirando a ese pedazo de Cielo y entonces descubrí algo.
-
Mira esa Constelación!!! – grité señalando
a una hermosa formación estelar que me pareció un Altar.
-
Sí, es la Osa Mayor. Sabes una cosa, creo
que podemos hacer algo…
Nalé
Kará, sujetó mi mano, tirando de mi me llevó corriendo a un altozano, desde el
cuál había una vista espectacular, donde se reflejaba el Cielo en el Mar.
-
Te propongo algo. Allí en la Osa Mayor se
halla el Misterio de nuestro Universo. Siento que tú y yo podemos desvelarlo.
¿Estás de acuerdo…?
-
Por supuesto – aseguré – y sabes algo más.
Mira, observa esto. Ves como el Cielo se refleja en la superficie del Atkhio,
pues tengo claro algo, que pronto muy pronto, podrá dejar de ser un simple
reflejo.
-
Ohhh!!! De verdad!!! ¿Crees que el reflejo
se hará realidad…?
-
Si, para ello, esta nuestra Tierra nos
apoyará y nos ofrecerá su materia para que la semilla que gestemos, se pueda
sembrar.
Nalé
Kará lloraba, embelesada, sintiendo la verdad de los labios de Motowa Kala.
Sintiendo aquello que representaría el mayor de los éxitos. El de que el Cielo
al completo… pisara la Tierra.
(pausa)
Unas
lágrimas invadieron mi Ser. Desvelar los Misterios que encierra la Osa Mayor,
fue la mayor oportunidad que a un hombre como yo, se le puede dar. La propuesta
era tan interesante que no fui capaz de rechazarla.
Miré
hacia aquello que dejaba atrás. El campamento, mi familia, una casa, algunas
vasijas, algunos bueyes y poco más. Nada de lo que allí dejaba era más
importante que Navegar por los Caminos de la Vida. Si regresaba a aquel lugar,
cada día que pasara comenzaría la cuenta atrás de los días que me quedaban. En
cambio, si me alejaba del campamento, el reloj me regalaría lo que necesitase
para vivir la aventura que el destino me tenía preparado.
Elegí
y elegí muy bien. Ahora ya estoy aquí. Estoy en mi Hogar. En el mismo centro de
la Estrella Polar, la misma que señala la Tierra en la que se va a construir el
Hogar terrenal.
(pausa)
Hoy,
en este pedazo de tierra paradisiaco, muchos son los que también están
llegando. Quién fuera Nalé Kará sigue conmigo, tal y como dijo. Nos hemos
reconocido siempre. Nos hemos odiado y amado, nos hemos caído y levantado, pero
siempre, siempre, nos hemos anhelado. Cuando siento que es el momento de comenzar
a crear nuestro Verdadero Hogar, un flujo de emoción me desborda. Será la
primera vez que consigamos algo así. Para ello tenemos que superar el recuerdo
de la pérdida, de la añoranza, de sentir que el Tiempo va en nuestra contra y
nos descuenta cada día que pasa un pedazo de nuestra vida. Tenemos que desear
ser Eternos, desear que sea el Espacio el lugar de nuestros sueños. Mi familia,
la del campamento, no lo entendió. Yo sí
tuve la gran osadía de hacerlo.
Ahora,
cuando nos disponemos a comenzar a crear ese nuevo Hogar, infinitos recuerdos
me abruman. Todos son recuerdos viscerales de cuando estuve obligado a
sobrevivir, a sacrificarme, a maldecir por todo aquello que tanto esfuerzo me
causaba y me dejaba agotado. El Pueblo que se está creando, es un réplica del
principio de todos los Pueblos y poblados que a lo largo del Tiempo el hombre
ha construido. Pero esta vez, el Pueblo, no es un Pueblo lleno de temores y
miedos. No es un Pueblo para aprender a defenderse de nada, a ganarse un trozo
de tierra o un espacio donde yacer más muerto que vivo.
El
Pueblo, es un lugar en el que cultivar la Tierra, vivir acompañado de todo Ser
Vivo que desee compartir el espacio, sin más exigencias, sin más reminiscencias
del pasado. De ese terrible dolor que hasta ahora el hombre ha sentido por la
Madre Tierra.
El
Pueblo de Verdad, es el que crea el Hogar de la convivencia. Es el que siente a
la Tierra como el gran útero que nutre a toda vida, que sabe que el planeta no
es una amenaza, sino una impresionante molécula en la que vibran el Sol y la Luna.
(pausa)
Siento
como una mano acaricia mi cabello. Es Ella. Es con quién lo compartí Todo.
Miramos nuestra Estrella, la Estrella de Todos. Recordamos los Misterios que
desvelamos, cada vez que vivimos y pasamos por cada uno de los Universos en los
que crecimos, aprendiendo a amarnos.
-
¿Sabes qué es lo que siento en este
momento…? – dice Ella.
-
Dime, exprésalo como tú sólo sabes hacerlo.
-
Siento que todo está por crear de nuevo.
Siento como vamos a recoger cada trocito de nuestro Corazón Eterno y lo vamos a
recomponer con herramientas nuevas, unas que todavía están por descubrir.
-
Tienes razón, yo siento algo similar.
Siento que cuando voy a caminar hacia el Hogar que yace en nuestros sueños,
todo se va a confabular para que lo podamos experimentar de Verdad.
-
Sabes… ahora que estamos solos, quiero
preguntarte algo que siempre dudé en hacerlo.
-
Dime, pregúntame lo que quieras, no temas,
si no tengo respuesta, la buscaré – le aseguro.
-
¿Quién eres…?
No
me lo pienso. Lo sé. Ahora sé quién Soy y así le contesto:
-
Soy Ikarom. Soy el Tiempo. Soy el Rey. Soy
el Hijo de Dios. Soy quién quise Ser. Soy todo lo que ves, pues ahora ya nada
oculta mi Ser.
Sujeto
entre mis manos su rostro. Es preciosa y cuando la beso algo nos transporta.
Volvemos a la sabana. Soy de nuevo Motowa Kala.
Nalé
Kará, continúa sonriendo. Me acabo de despedir de mi familia, de mi pueblo, del
lugar en el que nací. Mi Corazón ya no llora, sé que todo lo que está por
venir, será la semilla que algún día germinará y desearán venir a buscar.
Sonrío
a la par que sujeto de la mano a Nalé Kará. Ahora sé que Ella también es
Shamaat.
-
¿Qué ocurre…? – pregunto a Nalé Kará de
repente - te siento impresionantemente bella.
-
Es mi vientre… en él hay vida, hay una
semilla, la que ambos con Amor hemos engendrado. Es nuestro Hijo.
Nalé
Kará está emocionada. Al tiempo que Ella comenta su embarazo, su Corazón vive
la experiencia más mágica, la de dar Vida. Shamaat ha dejado de mecer un sueño.
El Hijo es real. No hay más que luchar, no hay más que temer. Ikarom y Shamaat sonríen.
El Hijo está a punto de nacer...
(pausa)
La
Sabana está cubierta por un eterno dorado, que ondula al tiempo que los rayos
de un nuevo Sol que se elevaba en el Firmamento, calienta con su halo, toda la
superficie de la Tierra. Los dorados se extienden por doquier, cubriéndolo Todo.
El
Universo al completo, es testigo del nacimiento del Hijo. La Belleza solar de este
recién nacido es muy especial. Una abrumadora onda de Amor cruza de parte a
parte el Cielo. Todo se cubre de su Ser, del Ser del Hijo Cósmico, el que acaba
de nacer.
(pausa)
Nalé
Kará porta a nuestro Hijo en brazos. Camino a su lado. Me dirijo a la Tierra
cuyos dorados nos permiten ahora, vivir tal cuál la experiencia de la Osa. Miro
la Constelación. La puedo tocar con mis manos. Entre el Cielo y la Tierra, no
hay separación. Cojo a mi Hijo, le muestro ese Cielo y le enseño la Tierra que
pisamos.
-
Hijo, es el momento. Ahora el Firmamento ha
pisado el terreno. Este es tu Hogar. Nuestro Hogar. El Verdadero Hogar. El que
para ti hemos hecho. Vive y no temas. Vive en esta Tierra, porque ahora en
Ella, se precipitará el Cielo y de este modo, podremos Todos conocernos.
El
bebé balbucea, sonríe y agita sus manitas. Nalé Kará, apoya su cabeza en mi
pecho. Madre e Hijo, escuchan atentos las palabras que les recito. Son palabras
de eternidad. Son palabras que denotaban que el círculo se ha cerrado. Que el
principio ha dado con el final.
Y
así me expreso:
-
Las Tierras que pisamos, son el pasto de Todos
los Seres que Hoy las habitamos. No son meras suposiciones. Es la certeza de
que en estas Tierras, sólo caminan grandes Corazones. Escucha Hijo, escucha al
viento y observa cómo te regala un nuevo Misterio. Descífralo. No dudes de tus portentos.
No dudes de tu capacidad para dar con aquello que te propongas. Descubre la
majestuosidad de estas Tierras, las únicas que en Todo el Universo podrás
encontrar. Las mismas que han sufrido en sus entrañas el dolor y la mayor adversidad.
Las que han logrado el tesoro que siquiera Dios pudo imaginar. Las mismas que
se han enarbolado una y otra vez, hasta conseguir sembrar de dorados la Tierra
para toda la eternidad. Ves Hijo, ves para que todos te vean y sepan que tu
nacimiento, es Hoy la Dicha que jamás se extinguirá.
Nalé
Kará me mira. No existen palabras para expresar lo que sentimos. Sólo existe la
intención de envejecer, viendo crecer a nuestro Hijo, algo que nunca antes
logramos vencer.
-
¿Sabes una cosa…? – le digo – No cambiaría
nada de lo vivido. Tengo que agradecerte la Fe que pusiste en desear ser
testigos de este Amanecer, sin ti jamás habría llegado hasta aquí.
-
Y yo sin ti jamás habría conocido la fuerza
del Amor. Tú me enamoraste y al hacerlo, todo sucedió. ¿Sabes Ahora cuál es mi
sueño…?
-
No, no tengo la menor idea… - le confieso.
-
Sólo deseo estar junto a ti. No me importa
nada más.
-
Qué coincidencia – rio, mostrando la
alegría que representa lo que me transmite -. Yo siento lo mismo!!! Solos Tú y
Yo…